martes, octubre 24, 2006

El dizque Dios

Y el séptimo día se asomó a uno de los mundos que había creado y vio que todo era bueno; era bueno para sus propósitos. Y es que al pasar de los años, de los millones de años, se había empezado a aburrir del juego de luces que había encontrado mientras erraba en la oscuridad; luces se apagaban, luces volvían a encenderse, y lo que más le dolía es que había empezado a perder el control.
Cierto día tropezó con una de las luces que se extinguía de a poco, y se sentó a esperar a ver que pasaba con ella; aunque podría haber apresurado las cosas con solo pensarlo, quiso tomarse su tiempo y ver dónde acabaría esa bolita de fuego si simplemente la dejaba ser.
Al cabo de un rato, unos trescientos millones de años después, vio que la luz se enfrío, y era tanto el frío que lo asaltó un terrible ataque de estornudos. Una gota de su saliva calló sobre el pedazo de luz, ahora extinto, y al instante se empezó a cubrir de un extraño limo verde; fue entonces cuando se le ocurrió la idea.
-Hagamos esto más divertido- pensó.
Cuando el limo y el agua provenientes de su saliva cubrían toda la tierra, se dijo:
-Estoy muy solo, y ya nada me divierte… Me pregunto si este pedazo de tierra soportará seres CASI tan perfectos como yo.
En un arranque de soberbia sobre todo lo que existía, y lo que no existía, concentró todos sus pensamientos en la creación de este ser CASI perfecto.
Lo puso sobre el limo, pero lo limitó de tal forma que jamás llegara a igualar sus fuerzas y sus poderes; lo hizo dependiente de cierto tipo de sustancias que debían ingresar a su cuerpo y sustentarlo; lo metió en un envase frágil contra las impiedades del pedazo de oscuridad en donde habitaba; le dio una capacidad meníngea muy, muy, MUY inferior a la suya; y para asegurarse de que jamás quisiera u osara acercarse a su deidad, lo llenó de un extraño cúmulo de procesos eléctricos que se sucedían dentro de su pequeño cerebro… es decir, lo llenó de sentimientos.

Y volvió a sentarse a esperar.

Se divirtió sobremanera al ver cómo intentaba sobrevivir este pequeño retal de piel en el clima violento que se desataba sobre la tierra.
Quería más juguetes; así que creó algunos seres más.
Entonces ocurrió algo que no se esperaba. Los seres empezaron a copiarse, seres más pequeños salían de vientres hinchados.
Y sintió de nuevo que perdía el control, tuvo que haber acabado con todo cuando tuvo oportunidad, pero la curiosidad de alguien con tanto poder jamás tiene límites.

Los dejó ser.

Poco a poco vio cómo iban inventando maneras de mantenerse con vida, y mientras los unos cultivaban bienes materiales para tener un poder adquisitivo sobre los demás, los otros cultivaban algo más, algo que lo asustaba, se sentaban conversar largos ratos, a meditar el por qué estaban ahí, quién los había puesto sobre el limo; y cuando conversaban olvidaban el hambre, el tiempo, las penas y la sed que los pudiera atenazar.
En realidad nunca se preocupó demasiado, él sabía que los desperfectos con los cuales había creado a sus juguetes los tendrían siempre controlados y lejos de crecer.

Tuvo razón por mucho tiempo.

Hasta que cierto día en que, habiéndose olvidado de sus creaciones, escuchó una voz que lo llamaba.
Se acercó al pequeño pedazo de tierra con el que hace tiempo no jugaba y descubrió a uno de los seres que se había dado cuenta de su existencia.
-¿Cómo supo de mí?- se preguntó.
-Padre mío- lo llamaba el hombrecito- sé que soy hijo tuyo, y sé también que me quieres a tu lado- El pequeño hombrecito barbón estaba arrodillado y había doce que lo esperaban a las faldas de un monte.
-Maldito seas- pensó el creador de todo. Él sabía que la única forma de escuchar a alguno de sus seres era que ESE ser se hubiera desarrollado más allá de las limitaciones con las que los había hecho nacer. Entonces actuó como actúa cualquiera que teme perder su poder; engañó el hombrecito y a sus discípulos haciéndoles creer que debían ser mártires y morir por los pecados de los humanos.

Tremendo cuento chino.

¿Hoy?, hoy sigue luchando porque cada vez son más quienes buscan ocupar su lugar en la cima de un poder creativo que se le ha ido de las manos.
¿Quiere tirar la toalla?, por supuesto que quiere tirar la toalla, pero ahora teme perderlo todo.

15 comentarios:

Joy dijo...

vaya vaya...es bueno poder darme una vueltita por aquí y encontrar estos escritos tan bacanes ah??

Cuando el discípulo supera a su maestro... el maestro no debería temer si no hubiera algo más "por debajo", a veces me creo una marioneta de allá arriba, a veces simplemente soy, y otras veces estoy...

Saluditos!!!

LaÜ dijo...

A pesar de que nunca creí en el "Dios" omnipotente y barbudo, me parece una historia interesante. Tampoco creo en que el hombre sea un ser "casi" perfecto y creo que está muy lejos de serlo. Es verdad eso de que estamos condicionados por la biología pero hay cosas que a pesar de esas limitaciones hemos podido lograr (supongo que gracias a nuestras capacidades cerebrales). No creo que sea a "Dios" al que haya que destronar o incluso superar... sino a la idea de este que tenemos en nuestra cabeza; porque no se si es porque no soy una de los 12 pero yo nunca he visto a un gigante barbudo que tema mi potencialidad de grandeza.

Como siempre, me agradó lo que escribes.

Un abrazo

Alguien dijo...

Hace mucho deje de creer en una religio y en un dios convencionlal, la verdad creo q la perfeccion se simenta en la misma imperfeccion, creo que no existe un ser perfecto y omnipotente, y en tu cuento me lo compruebas, ya que el dios del que hablas posee lo q el mismo nos lleno, sentimientos y curiosidad, si se nos lleno de limites tambien hay maneras de romperlos...

Anónimo dijo...

jaja... y si está solo buscando compañía?????

Pastv dijo...

Hagamos pata de gallo y jalémosle las barbas. A ver que hace.

Argentino dijo...

La historia es bastante interesante,no la comparto como linea de pensamiento,pero no deja de tener un valor que me llega y aprecio.
Gracias Dorian por compartirla.

Unknown dijo...

Ahora hay que enviársela a Pascual del Chopo para que le de un ataque cardíaco!
Excelente post hermano, sigue adelante.

Anónimo dijo...

Buénisimo tu articulo...te estaba extrañando querido bloguista, Sigue escribiendo lo haces muy bien

Pentapodologa dijo...

Poco a poco vamos perdiendo la concepción de un dios convencional, y para mi es lo mejor.

LA Gaby dijo...

Todavía no te pones la cajita, así que usaré el lugar de los comentarios a tu cuento, para no comentar tu cuento. Anoche me hiciste dar cuenta, que tengo una barrera que no me permite expresarme REALMENTE como soy. Tú sabes cuales son los motivos -ahora ya los sabes- y para evitarme esas lecturas indeseables, entonces cambié la dirección de mi página.
Espero que sea suficiente.

Así que por ahi lo espero, para que comente en mi "cursi" blog

Un abrazo!

cralvbenalc dijo...

al igual que Nietzsche yo creo que esa mancito ya está muerto

cralvbenalc dijo...

por cierto has sido linkeado

M.G.G. dijo...

Muy buenas y domingueras mañanas, de rebote te he leído y me han gustado tus cuentos, sobre todo "cuento de una noche", me ha encantado el desenlace, no me lo esperaba ;-)
Un saludo

Anónimo dijo...

Muy cotidiano relato... será que al pobre flaco lo engañaron??? la cosa hubiera sido que ahi se acabe, pero nos seguimos matando por el tema.

Lo más interesante, es que casi casi sentí que querías escribir en primera persona, como Dios.

Siempre es bueno leerte, nos vemos en el Mar.

Chopán dijo...

un dios que duda.. un dios casi humano... me gustó este cuento.... yo creo en Dios... pero no creo en la iglesia... al fin y al cabo es otra institución como cualquier otra.. llena de juguetitos imperfectos...